jueves, 26 de noviembre de 2015

El pasado te conforma

Pasaron días que parecían años y meses que se asemejaban a lustros, estancados en la batalla del pasado o el problema del presente. Mayores que nunca crecieron y niños que nunca lo fueron, responsables maneras de hacer las cosas y gente responsable que nunca adquirió la habilidad y destreza de solventar cualquier problema. Hombres cuya única inquietud es aparentar lo que otros inculcan, mujeres devastadas por la inmadurez que les azora.
Hay pocas cosas que haya aprendido pero una que siempre me acompañará es la idea de que cada cual es lo que ha sido su vida, cada pedazo de ser es producto de un pasado incandescente que no se borra ni con el mejor de los disolventes, parches difuminados son los que ponemos a su alrededor intentando inútilmente disipar algo que está ahí, que nos conforma y nos define. Solo los que aprenden a aceptar los errores del pasado viven felizmente en el futuro. Mientras unos aceptan, caminan y son felices, otros tienen que canalizar sus frustraciones en el espejismo más falso de todo el desierto, el mismo que tu crees que está cuando más necesitado te hayas y aquel que tanto se aleja cuando intentas acercarte, tan cerca y tan lejos, equidistante y paralelo.
Cuan niño maltratado sale maltratador, como aquellos que sufrieron en carnes propias la devastadora guerra acarrean corazones gélidos, conformados en consonancia con aquello que vieron, cuan chica violada esquiva relaciones sexuales o tienen rígidas maneras de sufrirlas.
Para bien o mal, lo que ves, marca el resto de tus días, pero la forma en la que tratas con eso te hace inmaduramente maduro.
No aceptes o justifiques pensamientos rígidos o formas de ser en la base del "yo soy así", no mires a otro lado, mejor míralos de frente y con cordura, acércate y háblales, la solución pasa por estar, no por huir, por cambiar algo aunque sea un mínimo.
Quien mueve un dedo acabará moviendo una montaña.