En mis noches de insomnio donde la oscuridad se hace luz
para los confusos y la imaginación impulso para los débiles. En las noches de
flexos y reflexiones, me miro al espejo de la incertidumbre, con miedo hacia la imagen
que puedo percibir de mí misma, en un futuro no muy lejano, pero sí muy incierto,
me veo caer, llorar, gritar, abrazar, besar, amar, pero detrás de tanto verbo,
observo la taciturna aparición de un adjetivo; ese que siempre se ilumina entre tinieblas y
penumbras, ese que se conoce a sí mismo como “feliz” y que hace acto de presencia en mí, cuando los fuegos de la dificultad asoman su primeras llamas y todo se vuelve demasiado negro; entonces aparecen los resquicios de claridad..
Espejismos de alhajas y ostentaciones, de avaros que se preocupan por tener y no por ser, los
más ricos en el cementerio y los más pobre en vida, los que dejaron de soñar
bonito para jugar feo, los que ven pasar la vida en el devenir del destino,
caprichoso, que maneja sus pertenencias y con ello el resto de una vida que
deja de apreciar las pequeñas alegrías, mientras busca esa gran felicidad oculta
tras la máscara del llegará… Cuando la máscara cae y deja al descubierto todo
lo que pudo ser y no fue; son las arrugas las que hacen acto de presencia, y es
demasiado tarde, para volver a ser, para volver a creer…
No te
puedes bañar dos veces en el mismo río, ni recoger los frutos de lo que no
coseches. Tú labras y recoges los frutos de lo trabajado, ni más ni menos, unas
veces antes y otras después, pero lo coges al final; si no te da tiempo a
recogerlo, es porque no sembraste. El tiempo que emplees en cosecharla, será la
equivalencia de la cantidad que recojas y los cuidados serán directamente proporcionales
a la calidad de la cosecha. Aunque lleguen temporales, vientos o sequías, con
la constancia suficiente saldrán adelante. No esperes que sea demasiado tarde
para darle los cuidados adecuados a esa cosecha, ni para intentar bañarte de
nuevo en esas aguas del río que una vez
te gustó, porque puede que el reloj de arena haya vaciado sus últimos granos.
Después de éstos están las cristaleras transparentes que dejan pasar cada halo de luz, porque nada detiene su reflejo, esto son pequeños diamantes en bruto, que viven aceptando lo que tienen, sin ostentar ideales ficticios o que te conducen por caminos angostos para adquirirlos. Lo mejor de estas perlas, es que son capaces de dar luz a esos cristales cada vez más opacos, que se dejan apagar y sentir cómo auténticos témpanos de hielo.
Cada persona en su vida debería tener muchos a su alrededor, y procurarse en conseguir de este estilo, dedicándole el tiempo necesario para obsequiarse con lo mejor, una vez conseguido, hay que preocuparse en mantenerlo reluciente, mimarlo cada día y no dejar que el capricho de los años y avatar del destino levanten las virutas y resquebrajen la solidez de tu cristal.
Ponle protección para que nadie lo destruya, pero no le construyas muros, porque además de alejar a los malos también terminarás por alejarte a ti.
Ahora termino como empecé, en una noche de estrellas, guiándome por ellas, hacía los espejos que me esperan, hacia los insólitos e inhóspitos caminos de un mundo que ansío descubrir, buscando mi porvenir.
Cada persona en su vida debería tener muchos a su alrededor, y procurarse en conseguir de este estilo, dedicándole el tiempo necesario para obsequiarse con lo mejor, una vez conseguido, hay que preocuparse en mantenerlo reluciente, mimarlo cada día y no dejar que el capricho de los años y avatar del destino levanten las virutas y resquebrajen la solidez de tu cristal.
Ponle protección para que nadie lo destruya, pero no le construyas muros, porque además de alejar a los malos también terminarás por alejarte a ti.
Ahora termino como empecé, en una noche de estrellas, guiándome por ellas, hacía los espejos que me esperan, hacia los insólitos e inhóspitos caminos de un mundo que ansío descubrir, buscando mi porvenir.