sábado, 30 de abril de 2016

Ni el cerebro es la mente ni los ojos la mirada

La pureza del que ama sin miedo, del que vive sin rencores y del que sueña sin barreras.
la vida de personas que visten cualquier trapo, que los llevan sin tapujos, la gente que hablan en palabras que de la boca emanan, los contactos directos frente a las redes sociales, las sortijas de manos extendidas, dispuestas para dar y el abalorio de una sonrisa radiante de felicidad.
los que huyen de los "me gustas", de lo que es tan impersonal, de la apariencia divina y la palabrería vendida, a los débiles de autoestima y a los bravos de apariencia. El impulso de los necios y la fragilidad de los intelectuales.
Antidepresivos inservibles para los carentes de motivos a dejarlos.
Heridas propagadas a través de los lazos familiares, gente consciente que los ve presentes y gente ignorante que ni aunque se lo pongas delante.
Subconscientes que hablan,
de problemas que atajar,
conscientes que escuchan,
lo que le interesa sin más.
Finales disfrazados de comienzos traicioneros.
Personas cansadas de dar a quien no puede recibir, la felicidad en los pequeños detalles y la dificultad de entenderlo. Los hombres que conquistan, a las mujeres de bandera. Hombres sensibles y mujeres sencillas. Respetos perdidos, en relaciones fracasadas, amores devastados, por el desgaste de los años, rutinas que pesan, a quien no busca alternativas.
Ojos que ven, lo que silencios ocultan, sonrisas disfrazadas de llantos ahogados, llantos que brotan de lo que en el interior asola.
Cárceles llenas de gente que roba para comer o defender su hogar, aquello que tanto trabajo les costó labrar. Calles repletas de ladrones de verdad, presumiendo orgullosos de lo que dicen trabajar.
Ni el cerebro es la mente ni los ojos la mirada.