lunes, 30 de junio de 2014

Dos mundos paralelos, no equidistantes

Mensajera del tiempo y al antojo de las manijas de un reloj que impulsa las horas muertas, que el sufragio de un barco a la deriva ostenta navegar.
No espero aquello que no depende de mí, no me obstino en el dinero, que mueve los capitales de los ricos y los anhelos de los pobres, la lacra que destruye la sociedad de personas movidas por avaricias tentadoras.
 Elijo la pobreza de capital y la riqueza de sonrisas, elijo el amor sincero y no el que compra un dinero que mancha burdeles de una noche.
Prefiero la tímida sonrisa del pobre, tras unos labios que esconden la lucha de cada día; a la ironía del rico, oculta tras el abuso de cada hombre sencillo, que vive a débito una vida de penitencia a cargo del rico.
Que el sudor de mi frente y mis manos manchadas sean las que sustituyan a los trajes caros y las camisas pulcras. Que sea yo y mi esencia, la que atraiga personas y no el dinero, serán menos numerosas, pero más sinceras.
El dinero será un medio para ayudar a las personas pero nunca más que ninguna de ellas. Pagará tratamientos, pero no salud; traerá alegrías, pero no felicidad; comprará sexo, pero no amor y sobre todo atraerá conocidos, pero no amigos.
Menos vida de negocios y más negocios dedicados a la vida, menos explotaciones de niños y más dignidad en vida, menos héroes de cementerio y más de sociedad, menos palabras y más actos, porque son los que te definen y los que transforman un mundo al servicio de aquellos que los orientan a cambiarlo.

lunes, 23 de junio de 2014

Vosotras lo sabéis, yo lo se

La gente sencilla crea infinidad de momentos únicos, suficientemente grandes como para ser recordados el resto de la vida.
La gente grande, no necesita realzarse entre la multitud pisando al resto, porque deslumbran con el resplandor de su sencillez.
Cuando hay que poner manos para reír y bailar todas aparecen, cuando deben ser usadas para levantar un cuerpo desplomado tras un duro golpe, emergen las que realmente flotaban junto a tí, como el chaleco  salvavidas que siempre llevas contigo y pasa desapercibido, con el que te sientes cómodo y lo portas diariamente, sin hacer eco de su valía, hasta que llega el día en que tiene que hacer su función y entiendes que es mucho más que un chaleco, es un compañero de viaje, al que debes parte de lo que hoy puedes decir que eres.
Sin hacer mucho ruido y muy sutilmente fuisteis formando parte de mi vida, de mis momentos más felices, de mis mayores preocupaciones ante cada mal momento que atravesáis , un oasis en un desierto, que hidrata a un sediento de alegrías. Si tuviese que pagar todo lo recibido, quizás una sola vida no me alcanzaría.
Las sonrisas y buenos ratos plasmados en instantáneas para toda una vida, unas personas que no cesarán con los años, las que cogieron mi mano cuando me hundía en los fangos y no la soltaron hasta que me colocaron a la altura suficiente para ver  con claridad suficiente lo que siempre había sido y por momentos había olvidado.
La palabra "amistad", aquella que siempre entendí como un vocablo a punto de extinguirse, resurgió entre las cenizas como un fénix naciente, para hacerme ver que estaba equivocada y me lo iban a demostrar, la confianza sin límites y las palabras más duras dichas con la certeza de que es por mi bien, las risas sin sentido y las miradas cómplices de algo que solo nosotras sabemos, los secretos ocultos tras muros de forja, guardados bajo la llave de la seguridad.
Un diario de anécdotas, siempre a medio acabar, muchas páginas en blanco esperando ser escritas por un grupo de gente peculiar, tan vuestro, tan mío, tan nuestro...