sábado, 3 de mayo de 2014

A un padre

El hombre de mi vida no es otro que aquel que me dió la vida y que estaría dispuesto a sacrificarla por mí sin dudarlo, es aquel que me ponías los pañales del revés y siempre le dio miedo cogerme en brazos por si me rompía, aquel que me enseñó a dar mis primeros pasos y me besó en las heridas de mis rodillas raspadas por las caídas, es aquel que no me daba besos de pequeña, pero me decía lo feaque era y con eso era suficiente para adivinar entre dientes que me quería más que a nada en el mundo. Desde que amanecía hasta que anochecía me la pasaba con él, bien en el campo o en la casa, pero siempre aprendiendo de la sabiduría de lo acaecido en el día a día. Su escuela fue la calle, el trabajo y la vida pero a mí nunca me faltó de nada, nunca me faltó una educación ni un detalle, me dió lo mejor que tenía, me dió su tiempo, algo que nunca recuperará. El hombre de mi vida no es aquel que tiene mucho dinero o me dice te quiero, el hombre de mi vida es mi padre,el que me lo demuestra en las duras y las maduras, el que siempre está sin llamarlo, el que se ha levantado cuando ni el sol estaba presente para llevarme a jugar a los lugares más recónditos del país, el que se enfada conmigo cuando me equivoco y me dice lo que no me gusta oír cuando lo requiero, aquel que aparece cuando el resto se va, para sacarme de los fangos más escabrosos, es aquel al que admiro y estimo, es un hombre muy normal, muy humilde, es el molde perfecto para el barro que se está modelando. 
Nuestra historia puede ser tan larga y con tantas anécdotas como años tengo, pero lo que más me gusta: es tener días de mi vida para gastarlos con él, no creo que haya día más aprovechado... Hoy no es su día, ni su cumpleaños; es un día más que hemos pasado juntos en el resto de nuestra vida.Te quiero papá.

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